viernes, 25 de septiembre de 2015

They're in the Porch


Soft circles drawn in the midst
Of a hot chocolate cup.
Sweet fingertips.
 
The feet of a child sunder
The dying coat of the summer goddess.
 
The Wind knows every song-
Be it animal, human, or thunder.
 
He comes in. shaking his crispy coat.
And the smell of rain rushes through the door.
 
“Hey, honey. Close that umbrella.
Brings bad luck.”
“Right.”
 
The red sun
Is coming out in Japan.
But here, ours is turpentine, amber, gold.
Husband comes just in time for the pecan
Pie.
 
Sitting by the fireplace, hand in hand,
Breathing in the watery dusk,
I don’t regret growing old.
 
If only I had a child’s feet to warm…
Some blanket to pull up to his little chin,
Some brownish hair to groom,
Some pumpkin-sleep perfume.
 
The night is now in the porch.
Time to board a ship
And sail the velvet bronze leaf sea.
 
Chandelier candlelight.
Hush, husband-
Night and autumn are here.


His Godess Her God- Selina Fenech

domingo, 22 de febrero de 2015

Saudade/Toska/Aching


Cuando cierras los ojos,
El mundo se mece al ritmo de los sauces.
Lo llamas el vértigo del dolor cotidiano.
Tejido de dolores estúpidos, dolores insignificantes,
Un par de palabras,
Una asunción, una memoria que se asoma por la rendija de la puerta mental;
Un rencor sacudido como insecto por años,
Una desilusión que nace y muere cada día,
El terror al insomnio y a lo que puede traer.
(Porque al final, la noche la trae la memoria.)

Son caminatas descalzas sobre alfombras,
Pasos sobre nieve fresca,
Una lengua entumecida, cortada de palabras,
Como vadear ríos de lava.
Se van amontonando en parvadas.
En hojarascas.
Encerrando alientos en ámbar y resina
Para pasártelos por la garganta.
Las límpidas piedras volcánicas ruedan cuesta abajo hacia tus pulmones.
(Es como un péndulo atorado en gelatina.)

El dolor cotidiano es la pólvora.
Las muertes, sepelios, resquebrajamientos y visiones son la chispa.
Esta pólvora es la fuente, el génesis,
Para llantos venidos de ningún lugar.
Siguiendo un rastro carbonizado salido de ya no recuerdas dónde.
Estos llantos son añejos.
Son los que tocan el piso primero cuando bajas tus pies de la cama al despertar.

Son el manto de la noche y la capa de la muerte,
El vértigo de gritos cruzados de brazos.
Son las reproducciones del Bolero de Mozart
Desde el piano hasta el forte
A través de décadas fruncidas y dobladas
Como mal origami en la misma hoja de papel.
Es cuando tienes hambre y sed
De algo que nunca es comida.
Es cuando tienes las manos vacías
De un instrumento que nunca aprendiste a tocar.
Son las jaulas transparentes construidas por mimos invisibles en cenas familiares.
Es como el gato que cada noche persigue a la luna…
(Es el dolor de todos los epítetos, el de silencio de cuna.)

En fin, todos los idiomas intentaron definirlo: saudade, toska, aching
¡Ay, qué bonita jaula es el idioma!

Hasta que por fin, el cemento mojado por la lluvia
(πέτραιχώρ: otra palabra que no tienes. El olor después de la lluvia.)
Te lleva al puente.
Cuando cierras los ojos,
El mundo y el río se mecen al ritmo de los sauces
Y tus talones también.
Si atinas al reflejo, quizá logres capturar con tus brazos la luna.
Se despejan las nubes de tus pulmones. Erupción. Magma.
Tu garganta es el túnel hacia el fin de las mascaradas.
Oh, el quiebre del silencio zumbador.
Por fin, el vértigo es acogedor. 

viernes, 13 de febrero de 2015

Ópera Prima, Ópera Última


La coloratura de las voces prohibidas se estructura con la agilidad
del mecer de las cunas vacías de Nunca Jamás.
El tempo es el tiempo en sí,
Y la partitura son los vuelos negros sobre cielo carmesí.
La instrumentación son los sauces sembrados en la infancia fugaz.
Y el libreto…
Las certezas forjadas por palabras de otro mundo,
La metafísica lírica de un mundo sin dios, sin altares,
Sin de los pájaros de sangre,
Los despertares.


Narrativa de espejos y humo
De sueros
Cuyo génesis
Son sueños
De venenos
Cuyo génesis
Son cleros
De orquestas y coros del más allá
Metidos en la cajita de Pandora
De mis noches del más acá.

¿Y el director de la sinfónica apocalíptica dónde está?
durmiendo en un violonchelo
en su pecho sonoro,
en su alma de hierro,
en su cintura de melazas oscuras.
Duerme mientras la sinfónica retumba en la penumbra.

La coloratura de mi voz prohibida es medio índigo, medio púrpura.
Sé que se descalzará al final de la ópera
Y que para cuando las rosas caigan al escenario
Este sepulcro literario
Habrá abierto sus puertas a la cólera
De un mundo de cien soles y una luna

Que solo a los finales alumbra.

miércoles, 28 de enero de 2015

Lámparas Chinas

Las pasiones son como lámparas chinas.
Se encienden, entre dos se sostienen,
A bocanadas de aire caliente,
Con los brazos abiertos al cielo,
Con la lluvia deslizándose por la barbilla,
Se infla, sonroja, revienta y retiembla,
y luego se alza en vuelo.

Con las caras alzadas al cielo,
Observamos su inmaterial aleteo,
Su vibrante aliento.
La vemos
elevarse
en la
lejanía
en un
último
suspiro
sostenido.
En el segundo suspendido.

Las vemos ser devoradas por estrellas hacia el cielo hinchado
De tanta noche y tantas ganas
De tantos vienes, sábanas y dormimos

Luego bajamos la mirada.
Y resulta que

La magia se ha perdido.

sábado, 3 de enero de 2015

La Carta No Quemada

Invitación formal al Signor Agattau:

(Le mie mani hanno construito migliaia
 di cose ma voi.)

Si lo he dejado entrar a los pozos estrellados
de irises fluctuantes de arrebolo,
No veo razón para cerrarle las puertas de un laberinto embrujado.
Tome mi mano pero no cierre el alma.
Aquí sólo sirve seguir los senderos por los vuelos trazados.
Déjeme darle un recorrido por estas ruinas.
(Piuttosto, Castelli in aria.)
La puerta sido barnizada en capas doradas de secretos, mentiras y revelaciones arboladas.
En noches insomnes, hice compañeros de papel:
Hice flores
Pájaros, pájaros, pájaros
Poemas
Montañas rusas hechas de listones de seda
Y una miríada de nubes que observan
Como llueve silencio a cántaros

En noches insomnes, dibujé para las madrugadas estelas reversas
y para mis mundos en hibernación, mapas con ánimo de reina

Empuñé plumas, pegamento y nada de vergüenza
Las paredes fueron pintadas por lírica densa
además de amaranto, aguamarina y lavanda perversa

(Ma ci sono foreste petrificati per voci.)
Y voces petrificadas por libros,
 libros que son ciudades,
y ciudades ebrias de tinta: (Loro dicono, beviamoci!)
Por mucho tiempo he creído que yo era Rapunzel y esto la torre.
Signor, las sábanas de satín no han saboreado sabor de hombre.
Los versos tatuados en lienzos de cemento, sí.
Mis palabras no pueden poseer, pero sí perseguir.
Hay un hechizo para romper el sello del sueño
y no es beso ni jaula de brezo
Son las plantas descalzas
de quien por fin traído a casa
el desvelo.
(I miei città di pietra prendono vita per la tua voce.)

El umbral no fue necio en su empeño
por lo cual no se sorprendió el espejo.

Yo yacía de espaldas en mi lecho.
Leía los rastros de pinceles, origami y literatura en el techo
Con cierto desconsuelo.
(Tutto ciò che vogliono le miei mani ora, siete voi.)
Y la luna lamía mi piel con despecho.

(Sai che cuando una donna ama un uomo, lei spera.)
A que lleguen las cartas a los buzones,
A que sean abiertas.
Por eso, cuando usted entró por la puerta,
Yo me limité a abrirle los brazos, trémula.

Sabía que en el bolsillo de su abrigo
La invitación esperaba ser descubierta.

(Ma non voglio aspettare per sempre in porto che trema.
Ridatemi indietro la notte.
Ridatemi indietro la pioggia d’argento.
Tutto ciò che voglio adesso, siete voi.
Ridattemi tutto, brucia la lettera!
O… Lascia che la finestra
bagnata nascondere noi.)

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Usted sonrió. Y luego, a mis brazos se entregó.



martes, 18 de noviembre de 2014

Carmesí


Carmesí, es lo que queda de todo lo que recuerdo de ti.
Era el color de tu vestido.
Era así la segunda capa almizclada de mi bebida.
Era el del horizonte lejano y adolorido.
Era el color que se colaba por las cortinas.
Era el color de las estelas que mis dedos dejaron en tu piel.
El color que de los labios te emborroné.

El color que desapareció de la planta de tus pies cuando los apoyaste en el suelo, tras bajarte de mi cama por primera vez.
El color de los listones en tu pelo, bailando al son del viento  en una de nuestras escapadas.
Cuando abrí la puerta de nuestra habitación, así se veían mis esperanzas.
Así se vio mi aliento cuando te vi en la cama con otro; y de aquel mismo color, la herida en mi mano cuando tiré el jarrón.
Fue el color de tu pulso en estupor,
El epíteto de mi dolor, el filo de mi voz.
Y así, carmesí,
El tirón del tendón, la fuerza del músculo,
Y la punta del vidrio roto, empapada en sudor y color.

Luego, así, la realización escurriéndose por el lavabo.
El temblor al abrir la puerta una vez más,
El color de echar a correr en la noche,
Y el color de no volver jamás.

Carmesí… lo único que quedó de ti.


martes, 4 de noviembre de 2014

Sacudida de Ángel

Por mis sueños me hablo a mí misma. A través de mis sueños me hablo a mí misma.
Es la único momento del día cuando conversamos- cuando una está dormida.
Yo: la de la rutina y los cuadernos, la bebedora de trementina, la de los caminares etéreos, la que tiene los ojos tapados con terciopelo.
Y ella: la insomne contadora de canciones, la trazadora de mapas ciegos, la de las epifanías por ángeles sacudidas, la de las palabras y ansias atoradas...
Pero de vez en cuando, ella me habla.
Y me lo dice sin rodeos, con crudeza, con cualquier aspecto caleidoscópico y azaroso de mi mente libre. 
(O nuestra).
Hace unas noches vino Castiel.
Está en mi bucketlist besarlo.
Y fue la primera vez que pedí un beso; los demás los he tomado con desdén/desespero.
Y él me dijo: "No. No aquí, porque si me besas sentirás todo cumplido, hasta deshacerte de tus libros. Te lo prohíbo. Esfuérzate más, consigue la oportunidades en el mundo real, y te lo permito."
Me desperté llorando. 
Estuve tan cerca.
Pero Castiel tenía razón.
No cuenta si no es real.
No cuenta si yo no lo hago real.
¿Y para lograrlo?
Hacer lo que vine a hacer, lo que siempre supe que debo hacer.
Escribir.
Y que el mundo se prepare para lo que está por venir.