viernes, 13 de febrero de 2015

Ópera Prima, Ópera Última


La coloratura de las voces prohibidas se estructura con la agilidad
del mecer de las cunas vacías de Nunca Jamás.
El tempo es el tiempo en sí,
Y la partitura son los vuelos negros sobre cielo carmesí.
La instrumentación son los sauces sembrados en la infancia fugaz.
Y el libreto…
Las certezas forjadas por palabras de otro mundo,
La metafísica lírica de un mundo sin dios, sin altares,
Sin de los pájaros de sangre,
Los despertares.


Narrativa de espejos y humo
De sueros
Cuyo génesis
Son sueños
De venenos
Cuyo génesis
Son cleros
De orquestas y coros del más allá
Metidos en la cajita de Pandora
De mis noches del más acá.

¿Y el director de la sinfónica apocalíptica dónde está?
durmiendo en un violonchelo
en su pecho sonoro,
en su alma de hierro,
en su cintura de melazas oscuras.
Duerme mientras la sinfónica retumba en la penumbra.

La coloratura de mi voz prohibida es medio índigo, medio púrpura.
Sé que se descalzará al final de la ópera
Y que para cuando las rosas caigan al escenario
Este sepulcro literario
Habrá abierto sus puertas a la cólera
De un mundo de cien soles y una luna

Que solo a los finales alumbra.

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