martes, 18 de noviembre de 2014

Carmesí


Carmesí, es lo que queda de todo lo que recuerdo de ti.
Era el color de tu vestido.
Era así la segunda capa almizclada de mi bebida.
Era el del horizonte lejano y adolorido.
Era el color que se colaba por las cortinas.
Era el color de las estelas que mis dedos dejaron en tu piel.
El color que de los labios te emborroné.

El color que desapareció de la planta de tus pies cuando los apoyaste en el suelo, tras bajarte de mi cama por primera vez.
El color de los listones en tu pelo, bailando al son del viento  en una de nuestras escapadas.
Cuando abrí la puerta de nuestra habitación, así se veían mis esperanzas.
Así se vio mi aliento cuando te vi en la cama con otro; y de aquel mismo color, la herida en mi mano cuando tiré el jarrón.
Fue el color de tu pulso en estupor,
El epíteto de mi dolor, el filo de mi voz.
Y así, carmesí,
El tirón del tendón, la fuerza del músculo,
Y la punta del vidrio roto, empapada en sudor y color.

Luego, así, la realización escurriéndose por el lavabo.
El temblor al abrir la puerta una vez más,
El color de echar a correr en la noche,
Y el color de no volver jamás.

Carmesí… lo único que quedó de ti.


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