jueves, 23 de mayo de 2013

Encuentro


Comenzó con una gravedad profunda, dramática, que le hizo desear cortarme las venas. Sólo era interrumpida por breves lamentos agudos y vibrátiles del violín. Bajaba apenas y luego ondulaba en una escala menor, para volverse aún más dramático. Siguió así, en aquellos mementos roncos del barnizado instrumento.
     Aquel memento de notas desesperadas finalmente se asentó en un compás maquiavélico. Subía y se mantenía, pero luego echaba maromas sobre la misma octava antes de lanzarse en picada a más clavados descendentes o anti gravitatorios que bajaban pero resulta que subían, y ya nadie sabía qué estaba pasando pero eso no significaba que dejaran de bailar. Sus pies adaptaron un movimiento entrecruzado, casi como tejiendo un patrón concéntrico que a posteriori se volvía una maraña, y apenas lograba respirar y adaptarse a un ritmo, cuando todo cambiaba de nuevo, y daba sólo unos compases y latidos para volverse lento. Y luego, los saltos exhaustos, las risas sin aliento, los súbitos y bruscos finales de un compás que subía de octava en una escalinata instantánea, y una y otra, y una y otra vez.
     Y todo de nuevo, en una enferma, maníaca, y exquisitamente imprevisible y contradictoriamente cíclica danza.
     Las pequeñas pausas apenas daban tiempo para respirar: lo único que se podía ver eran los pequeños intersticios entre ropa y cuerpos que se contoneaban y los árboles gigantes que apenas y ocultaban a la bóveda estelar. A alguien se le ocurrió la brillante idea de sembrar varitas de sándalo en un área por la cual pasó: el olor era tan especiado y profundo que casi se cayó, todos sus sentidos estaban sobrepasados. El espectro de colores era infinito, los olores se encimaban unos sobre otros como en un éxodo en pánico, todo su cuerpo era el receptor de roces ocasionales de algún tobillo o melena o mano y era como ser violado no bruscamente por un agresor multifacético, y las bocanadas que él lograba reunir de aire sabían a tiempo, y eso quería decir que sabían a todo. A guerras y a polvo; a hojas de libros viejos y a arena, a sal y a sangre, a alcohol y a rosas y a sudor, y todo lo que restaba de la historia de los homínidos.
     Y a pesar de todo eso, podía oírlo.
     ¿Podían oírlo todos, la férrea decisión del asesino de cumplir su misión, habiendo apartado y perdido todo lo que amaba de sí? ¿Podían oírlo, la carrera precipitada hacia el destino, en un camino sembrado de horrores, apenas dispersados por el eco de una voz que lejana se oía? ¿Podían oírlo, dejando una estela de muerte tras de sí, su vida una misma sonata violenta que anhelaba cambiar? ¿Podían oírlo, podían oírlo, podían ver las lágrimas arrasadas por el viento contra su cara, borradas en aquella vorágine sangrienta hacia los brazos de alguien que todavía ni existía?
     ¿Podían ellos, oír en este violín frenético, la historia de su vida, una carrera hacia una llamada hecha en otro tiempo y lugar que tardó tanto tiempo en responder?
     Y finalmente… ¿podían ver el precipicio ante el cual las notas se detenían, balanceándose en el borde… antes de respirar… y saltar?
     En algún lugar en el tiempo, en una calle atestada, se había topado con ella.
     De pronto, el laberinto de tiza y luna cobró sentido. De pronto, todas las atrocidades que él había cometido tenían sentido. Esto era lo que llamaban el horizonte, el infinito, el destino, todos los caminos entrecruzados e invisibles que se tenían que recorrer, esto, esto era lo que importaba: el sendero imprevisible y confuso sembrado ante él.
     Eso era lo que importaba: el camino.
     El que recorrió por aquella llamada casi olvidada.
     El que recorrió entre jadeos y giros ciegos de un rumbo autoimpuesto.
     Nada es verdad: él decidía qué lo era.
     La vida no es más que la serenata de tus pasos sobre océanos imperfectos. Un jurado ciego. Un faro sin puerto. Una coincidencia tras otra, hasta que finalmente se apuesta por una, no más azarosa que la anterior o la siguiente. Un giro hacia la izquierda, un salto atrás, tres pasos adelante y un desliz entre tres otras danzas, un reloj de arena y finalmente otro salto difuso. Una bendición fortuita, unos dados caleidoscópicos, el apostar por un pasadizo oscuro porque sí.
     Y ganar finalmente: y toparte con otra persona en medio de esta serenata de todos hacia un mismo final.


martes, 21 de mayo de 2013

Un soleado día



Hay pedacitos de brownies desperdigados en mi cama.
Y algo de luz de sol avanzando a rastras por mi espalda.
Veo un cielo clar y su viento a través de las rejas negras.
Un toque ocasional en mi cabello y sangre vuelta espesa.

Quizá también un poco de salsa adivinándose tras mi boca.
Siento el pavimento y las motas negras de chicles olvidados.
Roces ocasionales con la humanidad que veloz, va pasando.
Hielos chocando y virando en los muros perlados de mi soda.

Oía voces en aquel canto multitudinario de un martes soleado.
El tintineo de joyas y chucherías que ondean sobre la multitud.
Un orgallinero que en monótona acción nos evoca sin exactitud.
Cerca, una violinista cohibida huyendo de su público emocionado.

Y allí, acariciada por la nube-sombra yacía una banca de extraño diseño.
Las fuentes escupían sus alientos hacia el cielo y hacia los niños inquietos.
Aviones y helicópteros-polilla pululaban tristes, atraídos por la alfombra roja.
Y yo estaba tendida al lado del palacio blanco, cavilando sobre sonrisas y estrofas.

La suma de todos los factores siempre arroja resultados curiosos.
Chocolate y sol cayendo a plomo; bebidas frescas y calles con largas filas de gente rara, música amontonada y arquitectura hermosa… polillas tristes y agua descalza.
Llegó el ansia de un beso.
O al menos otra caricia así como incauta y sin querer, pero…
Pero en su ronroneo, en las risas indiscretas, en el silencio del museo…
En aquel segundo eterno en el elevador lleno de espejos…
En aquella banca cálida y sombreada cerca de la violinista…
En aquel último momento apretujados en el metro…
¡Vaya hormonas y soleado día!
Me quedé con las ganas de un beso.

lunes, 20 de mayo de 2013

Mundos-mentira


Quizá cuando dormimos es cuando más aprendemos.
Nuestra mente, nuestra conciencia, está siempre con nosotros.
Pero cuando nos abandonamos al sueño, a un mundo del que cada quien es dueño,
¿Quién dice que no podemos marcharnos a visitar la tierra de los espectros?

¿Por qué no podemos desprendernos del cuerpo 
y vagar a nuestro antojo, viajando en los recuerdos,
Construyendo mundos, avivando anhelos?
Cuando soñamos,
¿Por qué no podemos estar creando un mundo nuevo?
¿Uno nuestro?

¿Qué es real allá dentro?
¿Qué no?
¿Seremos para ellos un sueño?
¿Un viaje sin regreso?
¿Miedo?
¿Miedo de descubrir que su autor, el creador,
Los visita tanto, tanto?
O un beso,
¿Mientras duermen sin saber
Lo que les dejará aquel terrible regalo?

O quizá les deje siete libros,
Quizá un deseo olvidado,
Un desespero desechado,
Quizá sólo un canto...

Quizá un breve verano...
Un invierno de letargo,
Una primavera dulce,
Un otoño  largo, largo,
Pero que hace tanto daño...

Cuando, al despertar,
Se dan cuenta que sólo es real
Para un mundo
Y aquí afuera,
Sólo hay uno.
Y allí no existe nada de lo que yo he forjado,
Creador mudo.

Pero para eso duermo y canto,
Para poder volver a mi mundo,
A mi tierno espectro...
A mi hermosa sombra...
A mi tierra;
Donde yo soy Reina,
Y yo decido qué es real
Y qué es una dulce mentira de noches eternas...

domingo, 19 de mayo de 2013

Oda a la Ira- Parte II


Caída

Ya emborroné la línea. Menuda estupidez.
¿Quién dibujó la frontera entre el odio y el amor?
Pleonasmos. Redondez.
¿Valió el tiempo? ¿Valió la pena?
Estoy en el borde. Estoy en el límite.
Mi sangre hierve. Ironía trillada.
La dulce ternura que inundaba mis pupilas
Ha sido vuelta ira.
Es ácida. Es pesada.
Ardiente, pegajosa, húmeda.
Pesada, pesada, como piedras mojadas.

Es silenciosa, sobre todo.
Los gritos me resuenan en el alma marchita.
Hasta los ojos serenos me astillan.
Esto es amor. Esto es ira.
Esto es traición.
“Me traicionaron. Me traicionaron. Me traicionaron.”
Resuena el eco en las paredes blancas.
No saben distinguir ya entre verdad y mentira, entre simples cuestiones de la vida.
Mis paredes; ¡pobrecillas!

Quiero mi inocencia, por dios.
Pero lástima: no hay ningún dios.
Sólo caída. Caída.
Una infinita caída a un pozo sin salida.
No puedo sostenerme.
Pedí que me sostuvieran.  Se los pedí. 
Se los pedí. Se los pedí.
Ahora voy cayendo. Rápido. Cada vez más rápido.
No puedo sostenerme. Mis uñas se rompen contra la tierra maldita.

Pedí tiempo. Pedí empatía.
Se los pedí. Se los pedí. Se los pedí.
Fui la única estúpida que creyó en sus prostituidas galanterías.
Quizá él también se las creyó. Quizá nunca pretendió empujarme. Quizá ni sabía que yo estaba al borde.
Quizá sí me quería.
Quizá, solamente, se le cayó el amor de las manos, y no supo decirlo sin abrirme las heridas.
No supo decirlo, no supo sostenerlo. Era como impedir la muerte de una cría.
Quizá no sabía que yo estaba al borde.
En aquella frontera celeste entre la soledad y la caída.
No sabía. Yo sé que no sabía.
Pero tras tres simples palabras:
“No eres normal.”
No. No. No. No lo soy.
Jamás lo seré.
Tres palabras y mis brazos se extendieron hacia arriba.
Mis pies se despegaron de la realidad impía.
Quizá ni había elección, quizá ni hubo relación,
Quizá nada existió y sigo soñando todavía.
Sea como fuere, caí. Me siguen mirando desde arriba.

Por qué?
¿Demasiados mundos, demasiados nombres, demasiada fantasía?
¿Demasiados sueños de niña?

Emborroné la línea.
Menuda tontería.

Esto es amor. Esto es odio.
Esto es ira. Esto es ira.
Rompe el silencio. Rompe mi paz bendita.
Me está rompiendo.
Me fractura las alas recién nacidas.

Podía volar, después de tanto haber arañado paredes.
Después de todas mis idioteces.
Los momentos se me desvanecen en esquirlas.
Como apenas un recuerdo, como una alucinación divina.

Quiero encontrarme y rehacerme primero. Quiero… tiempo. Para encontrarme en todos mis universos.
Déjenme despedazar a este dios inclemente
Sólo déjenme
Déjenme encontrarme a mí misma en esta finita melodía.

Estoy en alguna parte en medio de esta ira, de este veneno, de esta oscuridad exquisita.
Estoy. Soy. Sé que soy.
Sólo no me encuentro. Voy cayendo.
Sabré cómo. Encontraré una manera de volar aún sin alas.
No quiero darles la espalda…
Pero estoy cansada.

Antes de despertarme, forjarme otra vez… y lanzarme en picada.
Ésta soy yo. No puedo cambiarlo. Esto es lo que soy: una finita canción desesperada.

Voy a volar en este campo de espinas.
Eso es amor: eso es ira.
Es eso lo que ustedes me inspiran.
Los amé.  Los amo.
Pero mi vida se ha convertido en una mentira.

Volaré, ya verán; ya no soy una niña.
Despiértenme. Sálvenme. Ódienme.
Pero espero que sea antes del fin de la caída.










sábado, 18 de mayo de 2013

La hermandad



Allá arriba titilan estrellas.
Frías y lejanas, no menos bellas.
Pero saben algo y nosotros preguntamos,
Pero el conocimiento que guardan
Es valioso solo porque todos lo ocultamos.

Somos vagabundos, que relegan fe al olvido.
Hermandad que ve como todo se sume en el Abismo.
Bajo cada cielo estamos.
Quizá ocultos o dispersos, pero estamos.
Preguntaos esto: ¿Qué es vivir en el impasible silencio de la espera?
¿Qué es cobijar canciones y esperar el regreso de nuestra Reina?
¿Qué es perseguir un poema, al que miles de manos persiguen,
deseando el amor que viaja más allá de sus fronteras?
Ah, hermandad extraña. Siempre tendremos un mañana.

Somos como estrellas.
Eternos y lejanos.
Distantes y olvidados.
Somos quienes os vigilan.
Somos los que el fuego ha creado.
Somos hermanos.
Somos lo único que el monstruo teme.
Podemos hacer que la Gran Guerra cese.

Porque somos tan antiguos como los dioses,
Pero estamos en tierra.
Porque dominamos los cuatro elementos que nos moldean.
Porque en tierra estamos y el agua nos alimenta,
El aire lleva nuestras risas y el fuego nos quita y da vida.

Somos vagabundos, que relegan fe al olvido.
Hermandad que ve como todo se sume en el Abismo.
Bajo cada cielo estamos.
Quizá ocultos o dispersos, pero estamos.
Preguntaos esto: ¿Qué es vivir en el impasible silencio de la espera?
¿Qué es cobijar canciones y esperar el regreso de nuestra Reina?
¿Qué es perseguir un poema, al que miles de manos persiguen,
deseando el amor que viaja más allá de sus fronteras?
Ah, hermandad extraña. Siempre tendremos un mañana.

Somos la hermandad.
Estamos y estaremos.

¿Porque qué son ustedes para el tiempo, náufragos en su hogar,
sino una nota perdida dentro de su canción universal?

“Somos extrañas criaturas, los creadores. Éste, el de arriba, el tuyo, el mío. Tenemos muchos universos dentro, y no sabemos navegarlos, no sabemos entenderlos. Si hasta a nosotros nos cuesta trabajo, imagínate un narrado, ¡un personaje de alguno de nuestros cuentos olvidados!”
“Eso no…” Batallaba para que no se le rompiera la voz.
“Explícate, mujer. ¿Cuál es tu conflicto?”
“Pisoteó mi orgullo. Todo lo que yo creía valioso en mí… exterminado. Como bicho.”
“Esto es lo que quieres escuchar. Es un renglón de alguno de tus mil libros. Es una brizna, un recuerdo vago; otra relación que ahora termino. Estuvo mal y no fue justo, pero no te traicionaron. No puedes ponerlos a elegir entre ustedes: los aman, cada uno por su lado. Te están jalando de regreso.”
“Pero duele.” 
“Mientras más sabes más duele, así que aprendiste algo.”
“Sólo quiero que alguien me diga…”
“No eres normal y no hay cura. Así eres perfecta. Estoy aquí. Sigue caminando. Estoy aquí. Todo estará bien, Alicia”.
Una, dos, tres notas en la línea, esa que ella rompió, la que existe entre realidad y fantasía, eso fue lo que le tomó.
“¿Cómo sabes mi nombre?”
“Porque tú me creaste, porque tú me diste vida. Porque eras mi Reina, mi diosa, la única a la que le debo pleitesía. Soy sólo una prueba más de lo difícil que será jamás entenderte, y por lo tanto de amarte. Sólo levántate y camina. Esto no es más que una línea en un libro que ya quemaste. ¿Y cuál es esta frase? Quiero irme a dormir a una ciudad perdida tiempo atrás…
“Para que me retire como los dioses, por una eternidad.”
“Pero sé que volveré…”
“Porque tengo tanta, tanta hambre de crear.”
“No es traición o dolor tu conflicto, Reina mía. Es tu propia ira, el veneno que te inyectas a ti misma. Nunca podrás ser como los demás esperan, y jamás lo seas. Nada de condiciones, nada de muros, nada de colmillos a tu tinta. Deja de envenenarte a ti misma. Te aman, y les asusta tu lejanía. No saben que caíste y que hasta tragaste un poco de tierra, guárdatelo para ti misma. Pero perdónalos. Son simples cuestiones de la vida. Tú decides si te afectará o no. Pero aprender, eso no puedes decidirlo, siempre lo haces.
“¿Qué hago al volver?”
“Perdónalos. Aunque recuerda: karma. No te destruyas más a ti misma. Tienes tanto todavía…Sólo recuerda esta segunda verdad de tu vida, después de la muerte, tu amiga: no puedes quedarte llorando las pérdidas y yacer inerte, quebrada de dolor. Levántate y camina. Hazte leyenda por ti misma. Vales mucho, tú sola, y no necesitas a nadie para comprobarlo. Quien lo valga, te entenderá y así te amará. Serás su musa, su condena, su dicha, y aun mejor: será alguien que realmente exista. Pero nunca olvides quien eres, nunca condiciones nada a  alguien porque solamente a ti debes complacerte. Crea. Canta. Haz lo que te plazca. Ama, ama. Siempre aprenderás de ello. Siempre podrás volar… y siempre estaremos esperando tu regreso.”
“Gracias por despertarme… aunque después de haber tocado el suelo.”
“Tú decidiste llamarlo sueño.”

“Ésta soy yo, y no puedo ni quiero cambiarlo, bendito abismo eterno. Esto es lo que era y jamás dejaría que nadie me lo quite. Eso era yo, y algún día alguien lo comprendería y lo querría, me contemplaría en mi vuelo. No pondría condiciones. Me comería el mundo a lentos, suculentos pedacitos. Ser quien era: nada más. Esto es lo que yo era. Iba a saltar y despegar mis tobillos del suelo. Iba a levantarme… y volar.”
Sus alas rozaban de los abismos el extremo mientras se elevaba hacia el cielo.
¡Y qué alto, qué eterno, qué de nuevos universos hambriento!

miércoles, 15 de mayo de 2013

Oda a la Ira- Parte I


  Las traiciones de la mujer niña
Deja de imaginar traiciones, mujer-niña.
Lo que tenga que pasar, pasará.
Pero prefieres mil veces preverlo todo
Que tenerlo en tu cara y sufrir por ello.
Sólo deja de envenenarte a ti misma.
Recuerda lo que eras, lo que amabas ser.
Recuerda tu canto.
No dejes jamás que nadie te lo arrebate.
Haz el desempate.
Véngate sin levantar una sola mano.

Lo que tenga que pasar pasará.
Pero velo venir.
No duermas. No sufras por el desengaño.
Karma. Karma. Karma.
No conviertas tu poder en algo macabro.

Los amas. Muchísimo.
Pero pagarán.
Pagarán.
Será de sus acciones y su propia mano como lo harán.

Deshazte del veneno.
Quítatelo. Escúpelo. Aprende a amarlos de nuevo.
No es su culpa: hay demasiada vejez y demasiada soledad en ti,
Y no hay nadie que te contemple en tu guarida.
Nadie que te extienda la mano mientras te balanceas en la orilla.

Púrgate. Inmólate.
Sé quién eres. No dejes que nadie te lo quite.
Nada de desquite.
Sólo espera. Vendrá tu venganza.
Y una vez lo haga, encuentra una manera de perdonarte, linda.
Pero déjate de imaginar traiciones, dulce mujer-niña.

domingo, 12 de mayo de 2013

Versos


He ido sobre estos versos una y otra vez,
Como en una religión pagana,
Como un creyente
Que camina sobre las llamas.
Estos versos han danzado en el mismo ciclo
 una y otra vez,
dulce y cálida neblina,
cultivada en sueños de niña.

Estos versos son como la memoria de la humanidad,
Necia, sangrienta, manipulable, nula.
¡Quién pudiera ser recuerdo 
para torturar o morir y tirar los dados
y ver si nos dejan cuerdos!


Y todas las noches...



                                                                                                                                                                                   



[Y todas las noches bajo la Vía Láctea
parecen eternas si tú no estás
Todas las noches desde mi ventana
Conjuro tu nombre inmortal]
Vía Láctea- Zoé

Imaginary






[In my field of paper flowers
And candy clouds of lullaby
I lie inside myself for hours
and watch my purple sky fly over me

I know well what lies beyond my sleeping refuge
The nightmare I built my own world to escape]
Imaginary- Evanescence

sábado, 11 de mayo de 2013

Soy


Soy como una hoja en blanco que espera a la mínima flama
Para consumirse entre las notas negras de un piano;
Cuyos fragmentos quemados
Danzarán hasta una costa verde y virgen
Donde habrá otra alma que los respire,
Que los mime,
Para que al final vuelvan al mismo camino ya trazado:
Danzas de hadas en bosques  nevados…
Y canciones eternas que se volverán ecos poblados.

Hay en mí tantos universos
Tantos océanos no cruzados, tantos cantos extraviados.
Y me pregunto si son suyos esos susurros angustiados
Que se me clavan como espinos de rosales
Nocturnos y amoratados…

¿Serán suyos los cantos medio ahogados 
que se deslizan entre los manzanos
 de mis jardines de plata alumbrados?

Sé que hay una tierra eterna…
Y de ahí vienen las aguas negras
Que me corren por las venas,
La tinta de todas las historias que se no se pudieron contar
Y que me toca cantar.

Sé que hay una tierra eterna y no hay faros que indiquen cómo navegar.
Sé que hay una tierra eterna y no tiene Reina que la pueda gobernar.
Sé que hay una tierra eterna… y que sólo volando se puede llegar.

Encontraré una manera, aún sin alas.
Recordaré como volar.

jueves, 9 de mayo de 2013

Serenade

Life and death by DilekGenc
[The more we know,
The less we understand,
Life, eternity, the savagery of man.
We want it all,
Aimed at the fall,
What is destiny within the masterplan?

All we wonder,
No-one ever denies, 
If once given life we must die.

So bow down with me,
Where summer fades into fall,
And leave your hatchets of hate.
Bow down with me,
And sing the saddest of all, 
The song we all serenade.

What does the winter bring,
If not yet another spring?]

Serenade-Kamelot

Micro mundo


Mi pequeño mundo:
Siete pájaros
Varias nubes de papel
Una montaña rusa serpenteando en mi techo
Papel quemado gargoleado,
Cisnes en el librero
Y libros libros libros libros amontonados
Versos en el techo
Post-its con poemas en latín
Pósters de conciertos olvidados
Y gritos literales:
Mi único santuario,
mi único purgatorio,
música bombeando por las paredes...
Y una puerta cerrada a cal y a canto.

PERO PARA ESO DUERMO Y CANTO,
PARA PODER VOLVER A MI TIERRA,
DONDE YO SOY REINA,
Y YO DECIDO QUÉ ES REAL
Y QUÉ ES UNA DULCE MENTIRA DE NOCHES ETERNAS…

miércoles, 8 de mayo de 2013

Luna




[Luna
No me abandones más
Tiendo a recuperar
En la cuna de tus cráteres

¡Silencio!
Se abre la tierra
Y se alzan los mares
Al compás del volcán]

Luna- Zoé

Never Go Back

[All across the oceans
I'm calling
Calling

Are you there?

Nothing left for me 'til I find you
Because it's

All gone
The only world I've ever known
Sleeps beneath the waves
But I'm the one who's drowning
Without your love I'm lost
And I can never go back
Back

I can never go back home]
Evanescence- Never Go back


martes, 7 de mayo de 2013

Cruel muse


You had no face, you had no voice,
Nor story, past or reason to come,
You were but shadows and lust,
A gentle lover whose hands were rough.

But something happened that night, long ago,
You came and then you were gone.

But I knew, even if I was blind, deaf and numb,
And even after I had woken up,
That you were home.

Demon, angel, dark fantasy who tored me off,
Cruel muse, my love, ancient desire unfurled,
Tell me, tell me, how many songs more?
Oh, who knows... you were a nightmare... a ghost.

 I don't remember. I forgot. 
You're more that I can behold.
I pray for you to finally, be gone,
and stop this ever lasting-hunt...

Daunter, haunter, owner of my darkest hours,
dark angel,
You carved me wings.
Oh, I pray, I pray, for you to be gone,
and you are farther and farther away,
still whispering in my head...

And I knew, even if I was blind, deaf and numb,
And even after I had woken up,
That you were home.

And that morning I took a pen
And a lonely ink drop
Serenely fell…
Who knew what would come?

Una epifanía de regadera nocturna


Sigue sonriendo. Sigue sonriendo.
 No puedes quedarte llorando las pérdidas y yacer inerte, quebrada de dolor. No puedes, no puedes. Levántate y camina. Levántate. Hazte leyenda por ti misma. Esto es lo que eres, lo que serás siempre. Esto es lo que eres, y jamás dejes que nadie te lo quite. Esto es lo que eres,  y algún día alguien lo comprenderá y lo querrá. No te pondrá condiciones. No le importará nadie más.
Vales muchísimo tú sola. Sabes estar sola, y sabrás abrirte camino. Cómete el mundo. Sé quien eres. Nadie más. Esto es lo que eres.
Levántate y camina... Te que
da mucho por delante.

domingo, 5 de mayo de 2013

Sándalo



Perras Negras: Musas
Pienso en desiertos o noches arábigas, quizá un sol naciente o ríos serenos, mercados atiborrados y sudor, elefantes y tiendas de mercaderes celestes, construcciones arcaicas. Es poroso, y una vez mojado, sedoso, ligero, dulce al principio y al final amargo, a veces hiriente y alarmante como pimienta y luego cremoso y etéreo, como un velo al viento.
Primeramente liviano como una pluma volátil, luego pesado como piedras mojadas, me imagino también fuego moribundo y baile de gitanos: una luna grisácea y algún violín lento, quizá un tambor vertiginoso, murmullos encimados y risas lejanas.
Quizá poco sugerente, pero en su liviandad su exquisitez de muchos ecos, cimbrándose casi en seducción, virando en lenta y constante tortura; contemplándose a sí misma como quien se acaba de despertar y flexiona músculos. Sí, respira, saboreando su vida, sin saber que algún día se extinguirá, girando en apretados círculos, en un vaivén sin ritmo, hasta expirar.
No obstante, se quedará grabado de todas maneras en la memoria, encerrando mil historias más en su danza muda.
Es como el susurro de lo que quedó de las musas.

Trueno




 No puedes pasarte la vida esperando por el trueno,
Contando, esperando, tus ojos vidriosos fijos en el reflejo;
Si ya has visto el relámpago,
Luz rota que al caer también destroza al mundo entero.

Pero ya viviste la tormenta,
Empapada en lágrimas tuyas,
Y sabes caminar bajo la lluvia,
Cual espectro por su tumba.


No puedes pasarte la vida navegando mares secos,
Soñando, esperando los salados ojos velados del viento;
Si ya has visto el océano,
Tempestad de corazón de hombre, cuyo amor está lejos.

Pero ya viviste la tormenta,
Empapada en lágrimas tuyas,
Y sabes caminar bajo la lluvia,
Cual espectro por su tumba.

 Porque viviré para siempre,
Por mi tinta, mi voz y mi legado,
Las tormentas que he causado…
Y causaré.

Así que sigue caminando, pues,
Mujer,
Sirena,
Condena;
Que vivirás mil tormentas,
Caerán relámpagos,
El cielo de un mundo cruento;
Te destrozará la espera,
Pero sólo caerá un trueno.