domingo, 5 de mayo de 2013

Sándalo



Perras Negras: Musas
Pienso en desiertos o noches arábigas, quizá un sol naciente o ríos serenos, mercados atiborrados y sudor, elefantes y tiendas de mercaderes celestes, construcciones arcaicas. Es poroso, y una vez mojado, sedoso, ligero, dulce al principio y al final amargo, a veces hiriente y alarmante como pimienta y luego cremoso y etéreo, como un velo al viento.
Primeramente liviano como una pluma volátil, luego pesado como piedras mojadas, me imagino también fuego moribundo y baile de gitanos: una luna grisácea y algún violín lento, quizá un tambor vertiginoso, murmullos encimados y risas lejanas.
Quizá poco sugerente, pero en su liviandad su exquisitez de muchos ecos, cimbrándose casi en seducción, virando en lenta y constante tortura; contemplándose a sí misma como quien se acaba de despertar y flexiona músculos. Sí, respira, saboreando su vida, sin saber que algún día se extinguirá, girando en apretados círculos, en un vaivén sin ritmo, hasta expirar.
No obstante, se quedará grabado de todas maneras en la memoria, encerrando mil historias más en su danza muda.
Es como el susurro de lo que quedó de las musas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Conviértanse en musas, por favor.