domingo, 19 de mayo de 2013

Oda a la Ira- Parte II


Caída

Ya emborroné la línea. Menuda estupidez.
¿Quién dibujó la frontera entre el odio y el amor?
Pleonasmos. Redondez.
¿Valió el tiempo? ¿Valió la pena?
Estoy en el borde. Estoy en el límite.
Mi sangre hierve. Ironía trillada.
La dulce ternura que inundaba mis pupilas
Ha sido vuelta ira.
Es ácida. Es pesada.
Ardiente, pegajosa, húmeda.
Pesada, pesada, como piedras mojadas.

Es silenciosa, sobre todo.
Los gritos me resuenan en el alma marchita.
Hasta los ojos serenos me astillan.
Esto es amor. Esto es ira.
Esto es traición.
“Me traicionaron. Me traicionaron. Me traicionaron.”
Resuena el eco en las paredes blancas.
No saben distinguir ya entre verdad y mentira, entre simples cuestiones de la vida.
Mis paredes; ¡pobrecillas!

Quiero mi inocencia, por dios.
Pero lástima: no hay ningún dios.
Sólo caída. Caída.
Una infinita caída a un pozo sin salida.
No puedo sostenerme.
Pedí que me sostuvieran.  Se los pedí. 
Se los pedí. Se los pedí.
Ahora voy cayendo. Rápido. Cada vez más rápido.
No puedo sostenerme. Mis uñas se rompen contra la tierra maldita.

Pedí tiempo. Pedí empatía.
Se los pedí. Se los pedí. Se los pedí.
Fui la única estúpida que creyó en sus prostituidas galanterías.
Quizá él también se las creyó. Quizá nunca pretendió empujarme. Quizá ni sabía que yo estaba al borde.
Quizá sí me quería.
Quizá, solamente, se le cayó el amor de las manos, y no supo decirlo sin abrirme las heridas.
No supo decirlo, no supo sostenerlo. Era como impedir la muerte de una cría.
Quizá no sabía que yo estaba al borde.
En aquella frontera celeste entre la soledad y la caída.
No sabía. Yo sé que no sabía.
Pero tras tres simples palabras:
“No eres normal.”
No. No. No. No lo soy.
Jamás lo seré.
Tres palabras y mis brazos se extendieron hacia arriba.
Mis pies se despegaron de la realidad impía.
Quizá ni había elección, quizá ni hubo relación,
Quizá nada existió y sigo soñando todavía.
Sea como fuere, caí. Me siguen mirando desde arriba.

Por qué?
¿Demasiados mundos, demasiados nombres, demasiada fantasía?
¿Demasiados sueños de niña?

Emborroné la línea.
Menuda tontería.

Esto es amor. Esto es odio.
Esto es ira. Esto es ira.
Rompe el silencio. Rompe mi paz bendita.
Me está rompiendo.
Me fractura las alas recién nacidas.

Podía volar, después de tanto haber arañado paredes.
Después de todas mis idioteces.
Los momentos se me desvanecen en esquirlas.
Como apenas un recuerdo, como una alucinación divina.

Quiero encontrarme y rehacerme primero. Quiero… tiempo. Para encontrarme en todos mis universos.
Déjenme despedazar a este dios inclemente
Sólo déjenme
Déjenme encontrarme a mí misma en esta finita melodía.

Estoy en alguna parte en medio de esta ira, de este veneno, de esta oscuridad exquisita.
Estoy. Soy. Sé que soy.
Sólo no me encuentro. Voy cayendo.
Sabré cómo. Encontraré una manera de volar aún sin alas.
No quiero darles la espalda…
Pero estoy cansada.

Antes de despertarme, forjarme otra vez… y lanzarme en picada.
Ésta soy yo. No puedo cambiarlo. Esto es lo que soy: una finita canción desesperada.

Voy a volar en este campo de espinas.
Eso es amor: eso es ira.
Es eso lo que ustedes me inspiran.
Los amé.  Los amo.
Pero mi vida se ha convertido en una mentira.

Volaré, ya verán; ya no soy una niña.
Despiértenme. Sálvenme. Ódienme.
Pero espero que sea antes del fin de la caída.










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