La carta esperaba en el buzón con esperanza,
y los pájaros del techo todavía pendían;
Pero, ¿cuántas veces ya había caído yo de gracia?
¿Valieron la pena estas epifanías?
Lágrimas... Vahído del verano.
A veces, a veces...
Es mejor salir del escenario.
Pero ésta es la última.
La llamada a escena de este oscilamiento supremo.
La elección, el tormento...
El gracias y adiós,
El primer paso hacia el séptimo.
Éstas son las llamas, la ceniza,
Y yo el polluelo.
Es la última llamada para el acto tercero.
El Abismo sabía a madreselva mientras caía.
El cuervo graznaba cruelmente nunca más,
Y los versos en mi pared tatuada seguían.
¿Cuántas veces había ya quitado a alguien del pedestal?
¿Valieron la pena estas sinfonías?
Gritos... Susurros del pasado.
A veces, a veces....
Es mejor salir del escenario.
Pero ésta es la última.
La llamada a escena de este oscilamiento supremo.
La elección, el tormento...
El gracias y adiós,
El primer paso hacia el séptimo.
Éstas son las llamas, la ceniza,
Y yo el polluelo.
Es la última llamada para el acto tercero.
Basta de este péndulo claroscuro.
Nunca más.
Caminaré y no miraré atrás.
Que la nevada ahogue mis versos crédulos,
Que el eje siga rotando en desdén perfecto.
Me acompañan mi sonido y mi silencio,
Mis mundos en hibernación.
Me marcho, hago jirones el telón,
Les digo gracias y adiós.
Ésta soy yo.
La de las alas pintadas y las hojas inmoladas.
Las llamas, la ceniza,
El fénix en destierro.
Y ésta es mi llamada para el acto tercero.
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