martes, 29 de octubre de 2013

Apostar Y Perder

Rey, Reina O Bufón.
Tan pocas opciones para lo entrelazadas que están las ramas.
Tan pocas para la extensión del infinito.
Tan pocas opciones para lo fortuito del casino.

La baraja se te queda corta ya.
En este juego tambaleante las raíces se te contraen.

Apuéstalo todo,
Piérdelo todo,
Inténtalo mañana,
Cruza el umbral entre el sol
y la mente humana;
Comprime estrellas en tus manos
hasta volverlas enanas.

Las cartas se te queman en esta pira suprema.
¿Quién de todos arderá?
Puedes ver cómo el olmo se deshoja,
Se te van el amor, la lealtad,
las memorias cristalizadas en ámbar,
las travesuras de madrugada.

Entre todos se turnaron
Para entre empellones,
hacerte saborear la amarga sustancia.
 ¿A qué sabía lo que había en esa copa dorada?

Y dices:
“A últimos amores de niña
Pereciendo con el sonido de motores rugiendo.
A perlas empotradas en la garganta,
 Y maldiciones  volviéndose innatas…”

Apuéstalo todo,
Piérdelo todo,
Inténtalo mañana,
Cruza el umbral entre la luna
y la mente humana;
Comprime las venganzas
Hasta volverlas enanas…

Gira y gira la manivela
De aquella vieja cajita de música,
Pareciera que respirara.
Y las paredes del librero tiritan y expiran.
La noche avanza como si esperara.

La fichas se derriten sin sonido,
Sin pérfido quejido,
¡hasta parecen empedrar un camino!

Gira y gira la aguja
De aquel viejo reloj barnizado;
Pareciera que respirara.
Y las paredes del espejo tiritan y expiran.
La noche avanza como si esperara.

Parecería que un piano toca en la distancia.
Como si las teclas solas supieran leer notas.
Hay un océano entre tú y el cielo,
Un segundo entre tú y el miedo.

Pero no estás solo.
Te acompaña tu silencio,
El latido,
El desvelo.

La noción de haber perdido
Sin haber tenido,
Aquel lamento prohibido…

Apostaste todo,
Perdiste todo,
Sombra extraña
Del umbral entre inocencia
Y negras alas;
Comprime las serenatas
Hasta volverlas heladas…

¿Por qué el ansia de persecución, de huir a tierras altas?

¿Quién esperas que sea tu raptor?
¿Ansías liberación o una prisión?
¿O las dos?

Vaya desazón,
Ésa de no tener depredador.

Con un pie dentro de la brea,
La creencia de que te rescatarán se vuelve nula,
Y sigue vociferando la tempestad.

Hechicero de negro vino,
Hombre sin piedad,
Quédate en Nunca Jamás.

Tarde en el otoño
se fueron aleteando mis vestigios de ingenuidad.
Rugen los motores y todo se va.


Todo, salvo los cantos de Nunca Jamás.

lunes, 7 de octubre de 2013

Echar a correr

A veces me dan ganas de correr sólo para ver si alguien va tras de mí.
Quizá sólo quiero sentir lo que se siente ser elegida por sobre algo. 
Hasta ahora, eso no ha funcionado.
Me han sacrificado por su propia felicidad, y nunca los culpé. 
Pero ya me cansé. Estoy enojada y hastiada y ya me cansé de dejar que me pasen por encima.
Y lo hice porque los amaba. Todavía lo hago, pero ese amor ya está emponzoñado y muere día a día. 
Cruzaron una línea.
O quizá simplemente, se llenó mi vaso y ya no pude quedarme callada con una sonrisa triste en la cara.
Tal vez ella ya lo hizo, pero nuestras naturalezas son diferentes.
Soy egoísta y quiero ser amada... Y ya no sacrificaré mi paz por la felicidad de otros.
Soy orgullosa y no quiero llorar frente a ellos; pero otra parte de mí quiere quebrarse para ver si alguien quiere consolarme.
Quebrarme. Sólo una vez. Ya no me bastan las canciones.
Soy demasiado fuerte como para aceptarlo y demasiado cobarde como para hacerles frente.
No puedo concebir de nuevo el sentimiento de ser reemplazable o desechable.
Ese sentimiento de que, a pesar de todos este tiempo y de todo el amor que yo creía que me tenían, cuando ella moviera un dedo, todos correrían de vuelta.
A venerarla. A desear consolarla.
Nunca pude ser adorable ni cálida o abierta, pero aun así, esperé que me quisieran así. En algún momento se volvió una competición por amor y no sé ni cuando empezó. 
Pero sí sé cuándo perdí.
Siempre tuve el sentimiento de que yo era reemplazable... Al menos no para ella.
Pero bueno. Pasó lo que pasó. 
Y ahora estoy sola.
Nunca lo vi venir. Una parte muy ingenua de mí creyó a mis amigos incapaces de hacerme daño a propósito.
Pero si yo no quiero sacrificar mi felicidad por la de otros,
¿Cómo culparlos?
Sólo sé que ya no lo soporto, y estoy muy cansada.
Tan cansada.
Sólo quiero dormir un rato... Echar a correr.
Para ver si alguien echa a correr tras de mí.

sábado, 5 de octubre de 2013

Naiad


What Lies Beneath
Beyond the ocean's door
tranquil is the kiss,
of the azure rising deep
Sleeping ever more, 
Naiad's mystery;
what lies beneath/








Naiad
The last one in the unknown
The keeper of our written dreams/

Mysterious Naiad
Now the circle's closed forever
Ah... Naiad
The archive is gone
We are on our own

Tarja Turunen- Naiad

lunes, 16 de septiembre de 2013

La factura


"La mujer a la que le he entregado la factura 
de mi otro yo...
el verdadero, 
tiene el alma bella,
tiene los ojos oscuros y sinceros,
tiene la tez clara y tiene sueños;
tiene un signo de inquietud despierta
tras sus cejas, tras sus devaneos..."

-Fantomas

domingo, 15 de septiembre de 2013

Eres...



Eres la mezcla perfecta de sensualidad y ternura

Miro tus ojos y
Voy al abismo de no tenerte
De no poseerte

Miro tu cuerpo
Voy con ojos ondulantes
Tras tu cintura
Y ya dentro de tus ojos de ámbar
Eres la mezcla perfecta de niña y mujer

Miro tus labios
Húmedos y prefectos
Cualquier gesto es sonrisa
Para mí, tu mano es mi sol
Tu voz, tu talle, tu rímel y tu candor
Eres una nota de dios

Todo es maquillaje natural
En tu piel
En tu esbeltez
De donde sacas esas caderas
De un lugar escondido de dios


Eres hoguera encendida cuando me miras
Hojarasca, hojas secas soy yo
Ramas sin lluvia
Guijarros llenos de sol
Son mis brazos y piernas perdidas en tu interior

Yesca, bosque yermo soy también yo
Eres roce insospechado
Tus suaves muslos,
tus suaves besos
Tú, sólo tú
fuente de mi autoignición

Tus años, los míos 
Qué rara ecuación

Mas te extraño
De verdad eres una extraña musa
Eres de otros mundos y deidades 
Eres mi inagotable novela de amor

- Octavio Paz

viernes, 23 de agosto de 2013

Acto Tercero


                                                    

El viento sabía a sándalo mientras caía.
La carta esperaba en el buzón con esperanza, 
y los pájaros del techo todavía pendían; 
Pero, ¿cuántas veces ya había caído yo de gracia?
¿Valieron la pena estas epifanías?

Lágrimas... Vahído del verano.
A veces, a veces...
Es mejor salir del escenario.

Pero ésta es la última.
La llamada a escena de este oscilamiento supremo.
La elección, el tormento...
El gracias y adiós, 
El primer paso hacia el séptimo.

Éstas son las llamas, la ceniza,
Y yo el polluelo.
Es la última llamada para el acto tercero.

El Abismo sabía a madreselva mientras caía.
El cuervo graznaba cruelmente nunca más, 
Y los versos en mi pared tatuada seguían.
¿Cuántas veces había ya quitado a alguien del pedestal?
¿Valieron la pena estas sinfonías?

Gritos... Susurros del pasado.
A veces, a veces....
 Es mejor salir del escenario.

Pero ésta es la última.
La llamada a escena de este oscilamiento supremo.
La elección, el tormento...
El gracias y adiós, 
El primer paso hacia el séptimo.

Éstas son las llamas, la ceniza,
Y yo el polluelo.
Es la última llamada para el acto tercero.

Basta de este péndulo claroscuro.
Nunca más.
Caminaré y no miraré atrás.
Que la nevada ahogue mis versos crédulos, 
Que el eje siga rotando en desdén perfecto.

Me acompañan mi sonido y mi silencio,
Mis mundos en hibernación.

Me marcho, hago jirones el telón,
Les digo gracias y adiós.

Ésta soy yo.
La de las alas pintadas y las hojas inmoladas.
Las llamas, la ceniza,
El fénix en destierro.

Y ésta es mi llamada para el acto tercero.

viernes, 16 de agosto de 2013

Mirar el Sol

Y henos aquí, hablando de filósofos.
Y de dios, sobre todo.
Que dios ha muerto, dijo nietzche.
Y luego nietzche ha muerto, dijo la iglesia.
Pero yo digo que no hay dios.
Sólo oscuridad.

Parte I- LA ROSA BLANCA
Pero luego, la rosa blanca
Yo era pequeña. No tenía más de diez años. Paseaba alegremente por el jardín de mi abuela, y en el jardín de la que había sido su madre, había un rosal. Y en aquel rosal, casi retoño, había un solo capullo apenas desenvolviéndose: era una rosa.
Pensé en lo pequeña que era, en todos los rosales que había y en todos los jardines que había en el mundo y todos los jardines que habían sido olvidados y habían muerto.
Mi visión fue alejándose más y más y más hasta que remontó el vuelo y vi la curvatura de la tierra como la mejilla de un bebé.
Y billones y billones de estrellas tejidas sobre un lienzo inacabable.
En ese momento, desesperé.

PARTE II- DESESPERACIÓN
Me sentí enana, diminuta, y lo peor es que sabía que lo era.
En ese momento, sentí que algo en mí se desprendía; como un botón deshilachándose. Quise apartar la mirada: dolía, como ver al sol directamente.
Necesité algo a qué aferrarme, un ancla… una verdad.
Allí, si alguien llegaba con una hostia y me daba una explicación, por dios que me la comía.
Y recordé a mi abuela y a mi familia recitando cánticos en una catedral, y pensé que tenían miedo de esto, de esta desesperación, y desnudez. Era como estar comprimido.
Necesité un testigo, algo o alguien que atravesara conmigo esta desesperación. Deseé no estar… sola. Jamás en mi existencia había saboreado así la soledad.
Y era pesada y agria y densa como el núcleo de las lunas de júpiter.
Quise que alguien me hubiera dado esta desesperación. Que alguien me hubiera creado para sentirla y sanarla.

PARTE III- LAS CUENCAS
Pude sentir unas cuencas gigantes y titilantes mirándome desde muy lejos.
Necesitaba ser observada.
Saber que el dolor valía la pena, que todo valía la pena porque alguien era testigo de él, y eso lo hacía existir y tener materia.
Al fin y al cabo, quizá todo lo que el mundo no ve no es real. Lo que me pertenece, mis secretos y pasiones ensombrecidas, no las conoce nadie más que yo.
Pero y si alguien fuera testigo…
Y ése era uno de los baluartes del amor, y pensé que después de todo, aquella persona milenaria, ancestral y terrenal que creó la primera ancla tuvo razón en algo.
Si había un creador, sería EL dador de amor, porque sería testigo de todo y de todos.
Pero aquella persona milenaria era imperfecta, y por lo tanto toda idea suya.
Y lo perfecto no existía en él entonces ni jamás lo haría, y por lo tanto, no existía ningún creador.
Estábamos solos.
Como seres insomnes que giran en su cama con pensamientos oscuros revoloteando como cuervos sus mentes. Como criaturas amnésicas que apenas se van dando cuenta que algo está mal y no pueden hacer nada para remediarlo.
Las cuencas estaban vacías, y me sentí aplastada por ese silencio, por esa oscuridad inclemente.

PARTE IV- LA DUALIDAD
Sin embargo, siempre había creído en algo: la dualidad.
Si existía esta oscuridad terrible e inexpugnable, debía existir la luz.
Y si ésta no estaba en el creador, tenía que existir en alguna otra parte.
Diseminada, desperdigada. Nunca absoluta.
Siempre he predicado a favor de la belleza, y siempre lo haré.
Años después, entendí que estábamos aquí en busca de algo.
Más rotundo e inalcanzable que el amor y más satisfactorio y jubiloso que el poder.
Veritas.
La verdad.
Los científicos la buscan en su lógica y en sus matemáticas, y los artistas en su arte.
Todos buscamos la verdad, ¿acaso los últimos debemos ser desdeñados porque nuestros métodos son menos comprobables?
el pintor diseña rostros, escenas. Sacados de algún paraje ignoto de su mente, de su inspiración.
El músico no menos: al componer puede hacer aflorar sensaciones, recuerdos.
El escritor puede parir mudos enteros, historias entrelazadas: en ellos duermen todos los océanos.

Eso es lo divino en el humano: el arte de crear.
Y los filósofos… oh, aquella ciencia estética, arte con método.
Ellos crean ideas. Pensamientos.
La esencia alada más pura.
Son el puente.
Si existe la luz, la tenemos dentro. En trocitos, en esquirlas.
Y hay que compartirla.
Quién sabe… quizá esté en una ecuación o en una melodía.

Pero está.
Siguen viniendo las generaciones para ello.
Si ya hubiéramos descubierto nuestro propósito, origen y sendero, hace mucho que habríamos dejado esta tierra.
Vienen las generaciones.
Y no dejarán de hacerlo.


Atrevámonos a mirar el sol.